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  • Foto del escritorCarmen Tineo

LA INOCENCIA.




Visitar los escenarios de nuestra etapa temprana nos ayuda a arrojar luz a nuestros conflictos presentes. Ya que es, en ese periodo, que se crea el plan de ruta para el resto de nuestra vida.

El niño-a que fuimos vive en cada célula de nuestro cuerpo con sus emociones sin metabolizar, sus necesidades y sus creencias sobre el mundo, los demás y las más importantes sobre sí mismo-a.

La historia que elaboramos en nuestra infancia ha creado un personaje. Nos da una identidad, un molde.

Si estas experiencias tempranas, concepción, nacimiento y nuestra familia de origen nos dieron un buen reflejo de los potenciales de nuestro Ser. Nos habremos desarrollado de manera que el molde permita a nuestras partes adultas tomar el control de nuestra vida, en esos momentos en los que son necesarias las capacidades de auto-regulación. Tendremos sentimientos de ser capaces. Nos relacionaremos con los demás respetando nuestra individualidad y la de otros. Tendremos criterio propio y capacidad de discernir, diciendo nuestra verdad. Y entregándonos a las relaciones sin miedo a ser abandonados y no aceptados.



Gracias a la plasticidad de nuestro cerebro, el plan de ruta se puede cambiar, el molde se puede cambiar. Eso sí, antes tenemos que ganar la confianza del niño-a internos. Que en muchos casos viven agazapados cubiertos de estrategias y defensas para no dejarse ver, pensando y sintiendo de si mismos que no son dignos de ser amados y llenos de culpa.

No puedo dejar de pensar en una sociedad que revisa su infancia dando la bienvenida a sus partes infantiles ansiosas de ser abrazadas tal como son, inocencia, pura inocencia. Devolvernos el sentimiento de inocencia sin duda cambiara el plan de ruta de vivir en miedo a vivir en amor. Y nos dará la confianza para explorar los potenciales de nuestro SER.

Carmen Tineo.

Profesora en Biodinámica Craneosacral.

Terapeuta Perinatal. (Formación Castellino)








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